EXAMEN DE LIBRO ABIERTO
Durante mis años de estudiante, y luego ya como maestra, me di cuenta de que los exámenes más difíciles de hacer eran aquellos llamados «de libro abierto». Su característica es que estaba permitido abrir el libro de texto para contestar las preguntas. La dificultad estribaba en un «pequeño detalle»: si no conocías el contenido del libro, si jamás lo habías leído, a la hora del examen te sentías como en un laberinto sin salida. Es decir, que si no habías estudiado, no tendrías ninguna referencia de búsqueda y estarías perdida.
La Biblia es la Palabra de Dios, y al estudiarla obtenemos todas las referencias que necesitamos para que tanto el Señor como nuestros semejantes nos aprueben. La Biblia dice: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra» (2 Tim. 3:16-17).
El estudio cotidiano de la Palabra de Dios nos pone en condiciones de vivir asertivamente. Nos marca pautas que salvaguardan nuestra vida y la de los demás. Dios dice que su Palabra es como «una lámpara que brilla en un lugar oscuro» (2 Ped. 1:19).
En una sociedad que vaga en medio de la oscuridad, qué importante es tener una luz que nos guíe, por el camino de la vida. Si la tienes, sabrás en qué terreno pisar como mujer, esposa, madre y cualquier otro papel que te toque desempeñar. No hay ningún aspecto de la vida para el cual el Señor no tenga un consejo oportuno, una palabra de aliento, orientación en la toma de decisiones y, sobre todo, conocimiento cabal de su voluntad.
Pronto llegará el momento en el que la Biblia no será tan accesible, y tendremos que testificar de lo que en ella está escrito solamente por las referencias que hayamos guardado en nuestra mente por medio del estudio cotidiano. Tendremos que pasar el más difícil de los exámenes sin el Libro Santo abierto ante nuestros ojos. Por eso, estúdialo ahora que aún estás a tiempo.
Preparémonos hoy para ese momento de prueba, atesoremos día a día sus tesoros en nuestro corazón, y permitamos que con el poder del Espíritu Santo hagamos una correcta interpretación de sus mensajes, para que cuando llegue el momento de hacer frente al mundo, aprobemos el examen de la vida.
La Biblia es la Palabra de Dios, y al estudiarla obtenemos todas las referencias que necesitamos para que tanto el Señor como nuestros semejantes nos aprueben. La Biblia dice: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra» (2 Tim. 3:16-17).
El estudio cotidiano de la Palabra de Dios nos pone en condiciones de vivir asertivamente. Nos marca pautas que salvaguardan nuestra vida y la de los demás. Dios dice que su Palabra es como «una lámpara que brilla en un lugar oscuro» (2 Ped. 1:19).
En una sociedad que vaga en medio de la oscuridad, qué importante es tener una luz que nos guíe, por el camino de la vida. Si la tienes, sabrás en qué terreno pisar como mujer, esposa, madre y cualquier otro papel que te toque desempeñar. No hay ningún aspecto de la vida para el cual el Señor no tenga un consejo oportuno, una palabra de aliento, orientación en la toma de decisiones y, sobre todo, conocimiento cabal de su voluntad.
Pronto llegará el momento en el que la Biblia no será tan accesible, y tendremos que testificar de lo que en ella está escrito solamente por las referencias que hayamos guardado en nuestra mente por medio del estudio cotidiano. Tendremos que pasar el más difícil de los exámenes sin el Libro Santo abierto ante nuestros ojos. Por eso, estúdialo ahora que aún estás a tiempo.
Preparémonos hoy para ese momento de prueba, atesoremos día a día sus tesoros en nuestro corazón, y permitamos que con el poder del Espíritu Santo hagamos una correcta interpretación de sus mensajes, para que cuando llegue el momento de hacer frente al mundo, aprobemos el examen de la vida.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
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